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PLAZA PLUS
Concurso Nacional de Ideas y Anteproyectos para la Remodelación de la Plaza Independencia – Primer Premio

La reformulación de la Plaza Independencia no puede plantearse como una simple estrategia de design, fruto de una selección de esteticismos à la mode. Por el contrario, parece fundamental la construcción de un relato, un sistema narrativo que cumpla con una sistematización de comunicaciones y representaciones más general. Una línea argumental que le dé sentido al cambio material que se propone, y a la vez, sea fácilmente comprensible y apropiable.

Se ha hurgado aquí en las condicionantes que podrían estructurar este relato, estableciendo un conjunto básico (y no exhaustivo) de siete claves inductivas. En las siguientes líneas se explicitan estas claves, articulándolas por medio de cualidades y razonamientos más generales, que provienen de la observación de la situación actual y pasada del citado espacio urbano, de su comparación y referencia con otros espacios globales de gran representatividad, y del ensayo de sus posibilidades de futuro. Cada una de estas siete claves se proponen como articuladores conceptuales de las definiciones específicas del proyecto, las que se indican asociadas a cada una de ellas. Las siete claves intentan asimismo reconstruir un proceso iterativo según el cual se pretendió dar respuesta a la mayor cantidad posible de construcciones conceptuales con el menor número de acciones.

De este modo, el proyecto se construye a partir de una serie mínima y controlada de piezas de gran efecto y capacidad de inducción, siendo este mismo proceso el que permite establecer un modelo abierto y adaptable, configurando más un escenario de posibles acciones que una orquestación de elementos predeterminados. Entonces, las 7 claves se organizan a partir de tres acciones/construcciones primarias: la colina, el edificio, y el jardín.

La colina
La geografía de soporte es siempre determinante en la fundación y evolución de un asentamiento urbano. Así, en la ciudad de Montevideo, esta influiría de manera estratégica definiendo su localización peninsular, pero también en la ubicación de su puerto y en el surgimiento de las vías de aproximación por tierra a la ciudad fortificada (en especial el eje de las avenidas 8 de Octubre – 18 de Julio) sobre las estribaciones de la Cuchilla Grande.

La condición geográfico-paisajística original fue también determinante para la construcción histórica de este espacio plaza. Inicialmente, su posición era estratégica, ya que garantizaba un punto de máxima visibilidad, de máxima altura, para la defensa de la ciudad. Este fue el por qué de la ubicación de la Ciudadela de Montevideo en dicho lugar. Demolidas las murallas, y en virtud de su articulación con la ciudad nueva, este lugar adquirió su valor representativo. Sin embargo, esta preeminencia paisajística originaria se ha perdido. La topografía natural del espacio fue, en la versión más reciente de la plaza, escondida por una serie de escalones que reconstruyen una superficie horizontal artificial y, a la vez, dificultan el acceso y la apropiación desde tres de sus lados. ¿Es posible re-configurar el espacio topográfico de la plaza según su geografía original?

La clave número uno de este proyecto es, entonces, recuperar la visibilidad de este paisaje perdido: la Plaza Independencia es el lomo de la Cuchilla Grande. Se recuperará esta condición original del espacio como base de la operación de recalificación.

La segunda cualidad que adopta la colina es la neutralidad. Entendiendo la importancia de la dimensión simbólica de la plaza, parecería inexcusable la acumulación de hechos ‘banales’ o la colonización de la plaza por elementos que la distorsionen estética o simbólicamente. Se entiende la importancia de dotar de sentido a la plaza, pero nunca a través de la multiplicación ad infinitum de actividades o hechos programables y definidos a priori, sino a través de la construcción de los usos eventuales, simbólicos o cotidianos, que la misma deberá ser capaz de absorber. Entonces, el mecanismo es más la inducción de usos posibles que el abarrotamiento programático. Así, se conforma una plaza ‘programable’.

La Plaza Independencia ha variado en tamaño y escala a lo largo del tiempo, configurando un proceso siempre decreciente. Las primeras imágenes muestran una plaza más amplia, más extensa, más abierta. Este proceso tiene una doble lectura, la de lo métrico y la de lo proporcional. Por un lado, el tamaño real de la plaza ha disminuido, con el aumento en el ancho de las calles de circunvalación, pero también la sensación de escala, con el progresivo crecimiento en altura de los edificios circundantes. Pensando en el cambio de carácter propuesto nos preguntamos: ¿se puede ‘agrandar’ la plaza pensando un lugar en donde, como operación simbólica, quepan todos los montevideanos?

Mediante algunas operaciones muy sencillas la plaza puede ser mucho más grande de lo que es hoy. Ordenando los flujos circulatorios, y anexando algunas vías y espacios contiguos a la plaza actual, esta puede crecer hasta casi el doble de sus dimensiones actuales. En su versión menos ambiciosa esta puede abarcar las vías de circunvalación y las pasivas, pero incluso podría tomar las bocacalles circundantes (hasta aquí se indica en la propuesta), y hasta un poco más, los espacios y equipamientos culturales aledaños. Pensando así el problema, muchos de los inconvenientes del espacio actual se pueden solucionar en una “plaza ampliada”. Por ejemplo, los efectos del viento que arriba desde la costa, en especial la sudestada, se pueden controlar mediante el arbolado de los espacios al sur de la Torre Ejecutiva. Mediante esta ampliación también se puede potenciar el efecto de la primera de las claves, aumentando el efecto perspectivo aun a partir de una mínima variación altimétrica.

El edificio
La propuesta opta por concentrar un núcleo programático duro subterráneamente con el doble propósito de liberar la cota urbana de la plaza y re-valorar, ampliando y re-funcionalizando, la pieza subterránea existente. En este sentido parece fundamental e inexorable considerar la construcción del estacionamiento, hacia el sector este de la plaza, como una oportunidad que obliga al máximo aprovechamiento de tal operación además de como operación vial, como ampliación del Mausoleo.

Esta ampliación, que tiene un propósito funcional y simbólico (dotar de actividades socio-culturales a la plaza y re-valorar el sentido del Mausoleo construyendo una infraestructura abierta y pública), es resuelta como un nuevo acceso al espacio subterráneo, amplio, confortable, y dispuesto lateralmente en la plaza, que se abre a una pequeña plaza descendida, y a los espacios que en secuencia anteceden al Mausoleo. De este modo se ‘retarda’ el ingreso al mismo a través de una serie de estrategias concatenadas de espacio cultural (posible Centro Cultural del Bicentenario) y lo que podríamos llamar ‘atrio’, espacio didáctico y democrático, iluminado, que sirve de contrapunto a la solemne austeridad del Mausoleo original, que concluye el recorrido. Antes que negar el mausoleo, el mismo se complejiza a través de esta secuencia narrativa/cinemática.

El espacio resultante permite la articulación de diversos programas, desde los eventuales e informales (visitas, compras, búsqueda de información turística), hasta la realización de actos conmemorativos, para lo cual el espacio protegido y vidriado debajo del monumento ecuestre sirve de dramática escenografía.

El jardín
Plaza Plus propone la sustitución de las actuales ecologías desagregadas por un sistema conjunto y sistémico en la plaza, conformando un jardín o ecología itinerante, en tanto variable y conformable en el tiempo y en las estaciones. Este jardín, pequeño pulso verde en el magma seco de la colina adoquinada, pretende no sólo articular la necesaria presencia del vegetal como constructo simbólico y contemporáneo, sino también como articulador visual y programático entre la plaza y la peatonal que la despliega hacia la Ciudad Vieja a través de la Puerta de la Ciudadela. Así, el jardín es marco natural para la figura de Artigas en la aproximación axial desde 18 de Julio, y espacio de estancia anexo a la zona comercial peatonal. Conformado como un breve oasis de palmeras, desplazando las palmeras existentes en las otras zonas de la plaza y manteniendo las existentes en los dos parterres próximos a Juncal, agregando algunas vegetaciones bajas complementarias y un controlado sistema de banquetas, también es espacio de contemplación hacia la Puerta de la Ciudadela y hacia las visuales que se abren al Teatro Solís. Complementariamente, y atendiendo a una intención claramente didáctica en su formulación, el jardín es habitado por los denominados eco-ambientadores, dispositivos verticales que contienen diversas funciones eco-lógicas: aerogeneradores de eje vertical, iluminación, aspersores para construir un clima húmedo cuando la temperatura lo requiera, sonido ambiente, y conectividad digital.

Ubicación: Montevideo, Uruguay
Año: 2010
Metraje: 7 Há

Proyecto: Fábrica de Paisaje | Colaboradores: Facundo García, Martín Larroza, Luciano Machín